La gran farsa
- albian44
- 9 ene 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 27 sept 2021
(Aland Bisso Andrade)

Un viejo amigo médico me dijo hace varios meses: “PPK está condenado al fracaso por tres motivos: no tiene pueblo, no tiene partido y no tiene mayoría en el congreso”. Los resultados saltan solos: ministros interpelados que han debido dejar el cargo y la negación de la confianza congresal que llevó al retiro del Premier Zavala. Pero la cosa no quedó ahí. Como era de esperarse, PPK, inocente o no, no pudo escapar de la sombra venenosa de Odebrecht; de modo que la solicitud de su vacancia era un hecho ineludible. Con la mayoría en contra, la suerte estaba echada. Pero la política es un monstruo de mil cabezas, es un laberinto sin tiempo ni espacio que transgrede todas las leyes de la física y de la lógica. En política dos más dos puede ser cinco. Si tienes el poder y además mayoría, lo único lógico que existe es lo que sale por carpetazo o por la fuerza. Puedes “disolver” y armar un congreso y una constitución a tu medida (Fujimori, 1992), puedes tener a todas las instituciones en el bolsillo, incluido el fiscal de la nación, FF.AA y PNP; puedes tener a todos los diarios y TV locales hablando a tu favor aunque se compren autoridades por montañas de dinero o se haga una guerra sucia con un cuerpo paramilitar. Y ahora no es diferente. Un gobierno que no tiene mayoría en el congreso nadará contra la corriente, sus objetivos se realizarán acorde a los impulsos viscerales del partido oponente: si les interesa políticamente, va, pero si no, simplemente se archiva. Y si un ministro está haciendo las cosas demasiado bien, es peligroso: búscale la sin-razón y censúralo. El pedido de la vacancia fue la fresa de la torta. Pero la política tiene mil artimañas bajo la manga. El As estaba ahí, esperando ser jugado en el momento preciso. Con la prestidigitación de un tahúr fue puesto en la mesa con elegancia y maestría. No había porqué esperar. Fujimori tiene algunas enfermedades propias de su edad, como las tiene cualquier anciano que hace su cola en el pabellón de consultorios externos de cualquier hospital: nada terminal, como su vociferante médico pretende hacernos creer. El pozo de la mesa estaba puesto: la vacancia o flotar a manotazos hasta el 2021. La jugada salió perfecta. Los votos de la gente de Kenji se vendieron a la promesa del indulto. El pedido de vacancia no logró mayoría en la votación final. Dos más dos, no es cuatro señores. Se salvó PPK y Fujimori quedó libre. Luego se armó el circo: paciente anciano, canoso, pelucón y despeinado. Imagen del pobrecito enfermo agradeciendo el milagro presidencial. Un paciente (así sea Fujimori) tiene derecho a ser tratado con ética. Pero no interesa, la política es primero. Fue internado en una unidad de cuidados intensivos para dar una falsa apariencia. Las imágenes no mienten. En el video donde aparece por primera vez con Kenji se ve a un paciente estable, lúcido, sin sueros por la vena, catéteres ni máscara de oxígeno, ni siquiera con electrodos de monitorización. Es más, lee en el celular de Kenji sin anteojos. A los pocos días de su estancia le realizaron una endoscopía gástrica. Pegunten ustedes a cualquier cardiólogo lo siguiente: “¿Es posible realizar una endoscopía a un paciente anciano que supuestamente días antes presentó una fibrilación auricular descompensada que obligó a internarlo en una unidad de cuidados intensivos?”. Ah, y ojo que esa no fue una endoscopía de emergencia (no hubo reporte previo de hemorragia digestiva alta), fue un chequeo programado. Aguinaga. ¿a quién quieres engañar?. Probablemente la masa fujimorista histérica que desgañita cánticos fuera de la clínica se come todos los sapos que salían de Aguinaga, Kenji y sus ayayeros, pero el resto, no. Lo que venga después será otra historia. Luz Salgado dijo que el indulto es justo, pero que no era el momento adecuado. ¿Y cuál es el momento adecuado para dar un indulto supuestamente humanitario? Si el paciente está en situación terminal, el indulto debió ser inmediato, no en el momento político "oportuno". Menudo nudo filosófico, kantiano y dialéctico que deben desenredar los fujimoristas. Su propio líder los ha partido en dos. Jamás dos más dos será cuatro, por lo menos no en ese partido. Por ahora no sé qué hacen Becerril y Galarreta. Un día se miran en el espejo y ven en sus rostros rasgos de Keiko, al siguiente día se ven parecidos a Fujimori y en algunas noches de pesadilla están repartiendo polos con el rostro de Kenji. Pobrecitos; ya nadie los llama para dar entrevistas televisivas. Candidatos fijos a ser pacientes bipolares. Pero la fiesta sigue: Marco Arana ha vuelto a solicitar la vacancia de PPK. Mala jugada. Debieron esperar que termine la gira del Papa Francisco. Tampoco tiene un As bajo la manga. Mientras tanto, Aguinaga se encargará de seguir maquillando a Fujimori como “paciente terminal”, por más que éste se resista; al “chino” ya le gustaron los nuevos juguetitos de la modernidad y los dedos le pican para escribir por Twitter, Face, o lo que sea. Después de más de 10 años en prisión los defectos no desaparecen, se refinan. Tiene un partido dividido que (por ahora) le conviene (“divide y vencerás”), sus líderes son sus propios hijos, y aún tiene mayoría en el congreso. Supongo que a veces se le ocurre que le falta una mano derecha, un Montesinos. Hacer un casting no le vendría mal. Ahora que tiene tiempo en su nueva mansión alguien debe prestarle la novela “El otoño del patriarca” y copiar el modelo de José Ignacio Sáenz de la Barra, jefe de servicio de inteligencia y del aparato represor del Estado. Montesinos es una chancleta vieja al lado de este tipo, alguien que tiene una solución para todo, sin dejar huellas y que jamás haría videos condenatorios de sus propias fechorías. Estamos servidos.
(09, enero, 2018)
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