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Stephen Hawking: el tiempo le pertenece

  • albian44
  • 14 mar 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 27 sept 2021

(Aland Bisso Andrade)

¿Quién dijo que Stephen Hawking no pudo caminar? Claro que lo pudo hacer. Siempre lo hizo. Se burló de todos nosotros. Esa silla de ruedas que ocupó por más de 50 años fue apenas el soporte de un cuerpo que inexorablemente cedía al yugo de una enfermedad neuronal irreversible. Pero eso qué valor puede tener si tenía en su cerebro al universo entero. ¿Un cuerpo, una silla de rueda? Pamplinas. Eso es válido para los terrestres comunes como nosotros, no para un hombre como él quien ni siquiera caminó, voló. Y lo hizo todo el tiempo. Cuando el médico le dijo que tenía "Esclerosis lateral amiotrófica", que quedaría completamente inválido y no viviría más de dos años, ya estaba navegando sin tregua por la galaxia Andrómeda y cuando le compraron su primera silla de ruedas, estaba dando brincos sobre las gigantes rojas y las enanas blancas. No necesitaba las piernas. El cosmos era su patio trasero, su sala de estar, su almohada, su juguete. Ahora ha cerrado los ojos para siempre, pero es solo un parpadeo. Sigue hurgando en sus campos gravitacionales, jugando a las escondidas en sus agujeros negros, bailoteando entre el spin de los electrones, buscando los dados de Dios para jugar con Einstein, nadando en las aguas de la materia oscura de un universo sin borde y sin fin, lanzando volutas de luz ultravioleta y de rayos gamma, y corriendo hacia el Big-Bang en busca del origen del tiempo, del espacio, la materia, la vida, de todo. Y abandona este mundo terreno justo el día (14 de marzo) que se celebran el nacimiento de Einstein y el número Pi (3.141592...) Stephen Hawking: no descanses en paz, sigue volando sin tregua por todo el universo. El tiempo te pertenece.


(14 marzo, 2018)

 
 
 

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